La respuesta es SÍ.

Dar cuerda al cerebro es una metáfora que sirve para poner imagen a las infinitas posibilidades que el funcionamiento óptimo del cerebro ofrece al aprendizaje, posibilidades que hemos descubierto gracias a las aportaciones de la neurociencia a la educación.

Está de moda la innovación educativa, debatir sobre la necesidad de ofrecer un modelo educativo a nuestros hijos que les prepare para los desafíos del futuro, entusiasmarnos con la idea de descubrir en cada niño el elemento del que habla Ken Robinson, entre otros gurús educativos, que están movilizando conciencias, pero, ¿estamos seguros de poner cada uno de nosotros el granito de arena que nos corresponde como agentes educativos  para conseguir la revolución educativa que nos gusta imaginar?

Puedo afirmar que no, apoyándome en la experiencia real de tener la oportunidad de acompañar a muchos niños en sus aprendizajes y observar la práctica real de diferentes metodologías innovadoras, pensadas para tal fin.

Como en cualquier cambio significativo, los logros no ocurren de 0 a 100. Son graduales y es fundamental partir de tomar conciencia. Hemos abierto un camino, que no tiene posibilidad de  retorno y que además, deseamos. Sin embargo, es hora de no pararse a esperar a que todo cambie desde las instituciones. Hay que generar experiencias que faciliten que cada niño rentabilice los infinitos recursos que tiene disponibles, y acompañarlos para que desarrollen la habilidad de aprender a aprender, ya que en el mundo en el que se van a tener que desenvolver no basta con saber. Necesitan estar continuamente dispuestos a aprender y desaprender, para reorganizar sus aprendizajes.

Las aportaciones que la neurociencia ha hecho a la educación, nos abren la oportunidad de enseñar a los niños a aprender, ayudándoles a conocer y hacer funcionar su cerebro de manera óptima.

Cuando en los relojes antiguos se daba cuerda a un reloj, era porque había un desajuste o parón  en el tiempo, que era necesario corregir. Es lo mismo que muchos niños están viviendo en su experiencia educativa.

No podemos quedarnos en el lamento de que el reloj no funciona, sino movilizarnos a “dar cuerda”, porque aunque no es el procedimiento más rápido y eficaz para lograr la exactitud del tiempo, sí es una gran herramienta, para no quedarse anclados en un tiempo que no es real y avanzar hacia el futuro deseado, en sincronía con la realidad de lo que ocurre en el mundo actual.

“Dar cuerda al cerebro” es un arte. No es una acción sencilla como dar cuerda a un reloj. Requiere medir, equilibrar y respetar el ritmo que cada niño necesita.

Afortunadamente, la neurociencia nos está facilitando el conocimiento en el que podemos apoyarnos para desarrollar el arte de “dar cuerda al cerebro”.

Hasta los grandes genios, desarrollan sus grandes obras como resultado de mucha práctica, dedicación e ilusión, sin quedarse aferrados a que cada paso que dan suponga un resultado increíble.

Al dar los primeros pasos para aprender a dar cuerda al cerebro,  hay tres claves que te pueden ayudan a optimizar el funcionamiento del cerebro de cualquier niño. Son las siguientes:

 

  1. El cerebro del niño tiene la posibilidad de cambiar.

Las investigaciones han demostrado que el aprendizaje tiene la posibilidad de modificar la estructura y funcionamiento del cerebro. Aunque el sistema nervioso de cualquier niño tiene una estructura genética determinada,  la información y experiencia que le ofrece el ambiente en el que se desarrolla, influyen en el proceso de maduración del sistema nervioso, y, por tanto, del cerebro.

Las experiencias de aprendizaje que se ofrecen a los niños son las que pueden optimizar o limitar ese proceso de maduración ligado al ambiente, ya que en función de esas experiencias, se van consolidando sinapsis entre neuronas, desapareciendo las menos utilizadas y fortaleciendo las que se activan con más frecuencia.

 

  1. Las emociones tienen un importante papel en el aprendizaje.

Las emociones y motivaciones influyen y dirigen el sistema atencional, el cual decide qué informaciones se archivan en los circuitos neuronales, y, por tanto, se aprenden. Se aprende mejor cuando un determinado contenido o materia se asocia a ciertos componentes emocionales que intensifican y refuerzan las redes neuronales.

 

  1. Las aulas están llenas de alumnos únicos, valiosos por su propia individualidad.

Cada niño, en su papel de alumno, aporta un cerebro único en base a sus percepciones, emociones, pensamientos y acciones, los cuales, configuran sus propias experiencias de vida. Aportar un cerebro único no quiere decir dirigir a cada niño solo hacia lo que se le da bien, sino facilitarles las experiencias que necesita para aportar a su cerebro los elementos que favorecen que pueda desplegar todo su potencial.

 

En definitiva, el simbolismo de “dar cuerda”, es ponerse en marcha. Si quieres ponerte en marcha y conocer cómo tu hijo puede beneficiarse de la posibilidad de dar cuerda a su cerebro, puedes contactar conmigo y compartir tus preocupaciones, escribiéndome a:

 

pilarm@dalecuerdaalcerebro.es

 

¡Estoy aquí para ayudarte!

 

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